El primer espacio físico en el que viven las niñas y los niños es su habitación, el salón de sus casas donde dan sus primeros pasos, o los parques donde sus madres y padres les llevan en sus cochecitos para que tomen el sol. Un hábitat que se va ampliando a medida que crecen y van ganando autonomía. Así la calle, la acera, el barrio, el parque, la biblioteca, el cole y posteriormente toda la ciudad son su espacio donde ejercen sus derechos, juegan, crecen y se educan.
Sin embargo, este entorno está diseñado y construido para personas adultas que van a trabajar, a comprar y se desplazan en coche. El diseño de la ciudad suele ser hostil con las personas más pequeñas y vulnerables: las aceras son estrechas, no hay rampas, hay obstáculos por el camino y las bicis compiten con el coche por el mismo espacio. El aire está contaminado, hay mucho ruido, no hay apenas espacios verdes y los niños no pueden jugar seguros.
Desde UNICEF España, este espacio urbano en la ciudad genera perturbaciones negativas en la infancia a tres niveles:
Para la salud. En la etapa de la vida donde sus cuerpos y mentes están en crecimiento y desarrollo, la contaminación, la falta de espacios para la movilidad activa, la falta de contacto con la naturaleza, entre otros factores, tienen efectos negativos a nivel cognitivo, emocional, de crecimiento y desarrollo o de malnutrición. Y en algunos casos con consecuencias graves a lo largo de sus vidas.
Para la protección. Las ciudades son espacios que no están pensados para ellos, pueden verse en lugares que acentúan o no protegen contra la violencia o los accidentes de tráfico. Especialmente las niñas, que sufren la desprotección con mayor intensidad, ya que tienen más percepción de inseguridad que los niños.
Para la participación. Los niños son ciudadanos de pleno derecho desde el momento en el que nacen, sin embargo, este ejercicio de la ciudadanía se asocia con el voto, por tanto, esta población, sin derecho al mismo, queda en muchos casos silenciada frente a los responsables políticos. No cuentan con espacios, canales y recursos para ejercer su derecho a la participación y ser escuchados. Las ciudades pierden con ello un punto de vista y una voz fundamental como insumo para la toma de decisiones en materia de política local.
Es por ello que en este momento debemos pensar una planificación urbana sostenible centrada en las diferentes fases del desarrollo de las personas, desde la primera infancia a la vejez, pasando por la adolescencia. Por esta razón UNICEF España ha publicado el cuaderno para la acción local “Propuestas para una planificación urbana sostenible y responsable con la infancia”.
Planificar y diseñar pensando en las poblaciones más vulnerables, en este caso en la infancia, es hacerlo para todos los grupos de población. Si los niños y niñas se sienten seguros, disfrutan de las ciudades y no encuentran obstáculos a su paso, crearemos ciudades más humanas y habitables para todos. Hacerlo, implica pensar y diseñar las ciudades CON ellos. La participación no solo es un derecho, sino que enriquece el resultado. Las ciudades pensadas con los niños incorporan una perspectiva única al análisis del cómo, dónde, qué y porqué.
En este proceso de planificación hay que tener en cuenta cuatro enfoques. El primero es el de infancia: los niños y niñas, al igual que nosotros los adultos, cuentan con derechos. Unos derechos recogidos en la Convención sobre los Derechos del Niño, ratificada por el estado español en 1990: tienen los mismos derechos a la ciudad que las personas adultas.
El siguiente es el de sostenibilidad: las ciudades, debido a su concentración de población y consumo de recursos, son cruciales para hacer frente a los retos a los que nos enfrentamos como sociedad. Para responder a ello los países se dotaron hace 5 años de la Agenda 2030 con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que marcan un camino de equilibro entre las personas, el planeta, la paz y la prosperidad.
El tercero es el de equidad urbana. Hemos visto cómo las crisis golpean de manera diferente a según que grupos de la población. Una diferencia de rentas que tiene una ubicación espacial en las ciudades. Es por ello que planificar el espacio urbano centrado en los niños y niñas hace necesario priorizar a las familias más vulnerables, centrar y focalizar recursos en los barrios con menos oportunidades y ofrecer a la infancia los medios necesarios para que alcancen todo su potencial sin discriminación alguna.
El último enfoque es el del derecho a la salud. Las ciudades han jugado siempre, y más ahora que nunca, un papel fundamental en una visión de la salud desde la perspectiva de la prevención. Para los niños y niñas, que se encuentran en un momento crucial en sus vidas, con el crecimiento y desarrollo, físico, mental, emocional y cognitivo, es fundamental poder disfrutar de un hábitat urbano saludable.
Aplicando estos cuatro enfoques, las ciudades son responsables con la infancia cuando son limpias y fomentan comportamientos que ayudan a los niños a crecer fuertes y sanos. Cuando son seguras y han tenido en cuenta en su diseño los riesgos a los que se enfrentan. Cuando son socialmente inclusivas, fomentan su autonomía y tienen en cuenta sus voces. Cuando son sostenibles desde el punto de vista ambiental. Cuando garantizan un estándar de vida digno, con acceso a educación, salud, recreación, cultura, etc. Y finalmente, cuando son accesibles para todo de personas, edades y capacidades.
Hacerlo implica pensar en diferentes escalas, desde de la casa, la calle, el barrio y así llegar hasta la ciudad y en las diferentes fases del desarrollo de la infancia. Para garantizar que todos los servicios y recursos están accesibles a una distancia amable caminando o en bici. Así se configuraría una ciudad como un mosaico de barrios o pequeños micro-cosmos donde los niños y niñas encuentran oportunidades para crecer y desarrollarse.
Para ello el espacio urbano de las Ciudades Amigas de la Infancia debe ofrecer algunos elementos clave que lo configuren como un entorno seguro, protector, que responde a sus necesidades y preserva sus derechos. Elementos que se agrupan en las siguientes áreas de intervención: inversión en una planificación y gestión urbana sostenible centrada en la infancia, promoción la movilidad sostenible, dotación a las ciudades y comunidades, de espacios verdes, espacios de juego y equipamientos colectivos.
Hagamos realidad el sueño de crear ciudades donde niños, niñas y adolescentes puedan crecer, jugar, conocer, interactuar, socializar…como lo hacían nuestros padres, madres y abuelas en sus pueblos.
Paola Bernal Fuentes
Especialista en Políticas Locales de Infancia de UNICEF España. Economista especializada en cooperación al desarrollo, gestión de proyectos, e innovación, entre otros.